<p>Mientras el mundo mira la destrucción de ciudades ucranianas por parte de Putin y la hambruna inducida en Gaza, <strong>otra catástrofe se gesta de espaldas al mundo</strong>. El <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2025/04/15/67fe796121efa0bd618b45b2.html»>actual conflicto en Sudán</a> estalló el 15 de abril de 2023 como resultado de una feroz lucha por el poder entre las dos principales fuerzas militares del país: el Ejército sudanés, liderado por el general Abdel Fattah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), una poderosa milicia comandada por el general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, <strong>un conocido señor de la guerra </strong><a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2024/06/06/66617d62e85ece70418b45af.html»><strong>con un amplio historial criminal.</strong></a></p>
Dos milicias se reparten los despojos del estado sudanés y pelean por la ciudad de El Fasher, asediada desde 2023
Mientras el mundo mira la destrucción de ciudades ucranianas por parte de Putin y la hambruna inducida en Gaza, otra catástrofe se gesta de espaldas al mundo. El actual conflicto en Sudán estalló el 15 de abril de 2023 como resultado de una feroz lucha por el poder entre las dos principales fuerzas militares del país: el Ejército sudanés, liderado por el general Abdel Fattah al-Burhan, y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), una poderosa milicia comandada por el general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, un conocido señor de la guerra con un amplio historial criminal.
Aunque ambos líderes compartían el poder tras el golpe de Estado de 2021 que descarriló la transición democrática iniciada en 2019, las tensiones crecieron por el desacuerdo sobre cómo y cuándo integrar a las RSF en el Ejército regular, un paso clave hacia un gobierno civil. La desconfianza mutua y la ambición de controlar el aparato estatal desencadenaron una guerra abierta que rápidamente se expandió por todo el país, sumiendo a Sudán en una grave crisis humanitaria y de seguridad. Estallaron combates urbanos con explosiones, fuego de artillería y bombardeos, que sacudieron la capital, especialmente en abril y mayo. Mercados, hospitales, centros históricos y edificios gubernamentales fueron destruidos o dañados gravemente. El aeropuerto sufrió incendios y quedó inoperativo. De seis millones de habitantes, Jartúm pasó a tener unos cuantos cientos de miles en pocas semanas. Barrios enteros quedaron destruidos.
Esa crisis ha ido ramificándose por el país, donde ambas facciones luchan entre ellas o se apoyan en otras milicias aliadas. Una de las zonas más afectadas es la ciudad de El Fasher, asediada por paramilitares desde abril de 2023 en la subdesarrollada Darfur. Se trata del último bastión del ejército sudanés en la región y sus miembros se resisten a abandonarlo. Los civiles llevan meses en situación precaria y sin vías de asistencia humanitaria. La mayoría de los alimentos básicos, como el mijo y el sorgo, hace tiempo que se agotaron.
Al menos 14 civiles han muerto en el oeste de Sudán este fin de semana a manos de los paramilitares de Hemedti cuando intentaban huir de la ciudad sitiada de El Fasher, capital del estado de Darfur del Norte, según documento ayer una ONG. Según Emergency Lawyers, que ha estado documentando atrocidades desde el comienzo de la guerra, el ataque ocurrió el sábado en la aldea de Qarni, ubicada en una carretera a las afueras de esta ciudad. «Causó la muerte de al menos 14 civiles e hirió a docenas más». Varios civiles también fueron arrestados, agregó la ONG. Los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) han lanzado una nueva ofensiva en los últimos días contra la localidad, que asedian desde mayo de 2024 sin conseguir arrebatársela al Ejército.
La ONU ha advertido repetidamente sobre el destino de cientos de miles de civiles atrapados casi sin ayuda ni servicios en El Fasher. Apenas dos días antes del último ataque, la administración política de las RSF instó a los civiles a evacuar a la ciudad de Qarni, pero la falta de confianza hace que ninguno quiera moverse de donde está. Un doctor, que pidió no ser identificado por su seguridad, dijo a la agencia Reuters que el hambre era un problema aún mayor que el bombardeo. «Los niños están desnutridos, los adultos están desnutridos. Incluso yo hoy no he desayunado porque no encuentro nada», comentó.
La guerra, ahora en su tercer año, ha dejado decenas de miles de muertos y millones de desplazados. La ONU la describe como «la peor crisis humanitaria del mundo». El ejército controla el centro, el este y el norte de Sudán, mientras que los paramilitares controlan casi todo Darfur en el oeste, con la excepción de El Facher y partes del sur. Esas son zonas ricas en petróleo, y es gracias al oro negro que logran financiar el conflicto contra sus oponentes.
Tras milicias y grupos armados de diferente pelaje también ocupan partes del territorio en el noroeste, en el triángulo fronterizo entre Sudán, Libia y Egipto, una región que es puro desierto donde ayer encontraron 50 refugiados sudaneses, entre ellos mujeres y niños, abandonados en la zona de Syouf Bou Fatima.
En estos contextos, lo normal es que aparezca uno de los males más temidos en poblaciones desplazadas o sometidas a asedio: el cólera. Esta enfermedad se está propagando por la región de Darfur del Nortey amenaza a miles de niños ya debilitados por el hambre y el desplazamiento, según advirtió el domingo el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), mientras los convoyes de ayuda luchan por llegar a las comunidades aisladas y cerradas por checkpoint de las milicias, que tratan de hacerse con la comida.
Ya se han registrado más de 1.180 casos de cólera -unos 300 en niños- y al menos 20 muertes en Tawila, una ciudad que ha acogido a más de medio millón de personas. En toda la región de Darfur, las cifras son aún más alarmantes: ya son casi 2.140 casos y al menos 80 muertes hasta el 30 de julio. «A pesar de ser prevenible y fácilmente tratable, el cólera se está propagando por Tawila y otras partes de Darfur, amenazando la vida de los niños, especialmente los más pequeños y vulnerables», afirmó Sheldon Yett, representante de UNICEF en Sudán.
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