Más de 90 muertos en Gaza en la última escalada de ataques israelíes contra zonas civiles

<p>Más de 90 civiles han muerto este jueves en ataques israelíes en la<strong> Franja de Gaza</strong>, incluyendo 33 personas por disparos cuando intentaban recoger alimentos en uno de los <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2025/06/06/68431d8c21efa0ff788b45b2.html» target=»_blank»>puntos de ayuda</a> establecidos por contratistas estadounidenses. El ejército israelí ha aumentado la escalada de ataques en el enclave, en medio de las conversaciones sobre una <strong>posible tregua</strong> de 60 días propuesta por Estados Unidos y cuyos detalles aún se están discutiendo. Más de 300 gazatíes han muerto desde el martes en ataques que han afectado especialmente <strong>zonas con un gran número de civiles desplazados</strong>. Once personas murieron esta madrugada en un bombardeo que impactó en una tienda de campaña en Mawasi, al sur del enclave. Otras 11 murieron en un ataque aéreo que impactó contra una <strong>escuela que albergaba decenas de familias</strong> desplazadas al oeste de la ciudad de Gaza.</p>

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 Al menos 600 palestinos han muerto en ataques del ejército israelí cuando intentaban recoger alimentos en los puntos establecidos por contratistas estadounidenses.  

Más de 90 civiles han muerto este jueves en ataques israelíes en la Franja de Gaza, incluyendo 33 personas por disparos cuando intentaban recoger alimentos en uno de los puntos de ayuda establecidos por contratistas estadounidenses. El ejército israelí ha aumentado la escalada de ataques en el enclave, en medio de las conversaciones sobre una posible tregua de 60 días propuesta por Estados Unidos y cuyos detalles aún se están discutiendo. Más de 300 gazatíes han muerto desde el martes en ataques que han afectado especialmente zonas con un gran número de civiles desplazados. Once personas murieron esta madrugada en un bombardeo que impactó en una tienda de campaña en Mawasi, al sur del enclave. Otras 11 murieron en un ataque aéreo que impactó contra una escuela que albergaba decenas de familias desplazadas al oeste de la ciudad de Gaza.

Por otro lado, más de una treintena de civiles murieron cuando intentaban solicitar ayuda en uno de los puntos de recogida establecidos por contratistas estadounidenses. Los ataques ocurrieron al oeste de Rafah, en el sur de la Franja, donde se estableció el primer punto de recogida de ayuda y también en Jan Yunis, al sur del enclave. La iniciativa impulsada por Estados Unidos e Israel para monopolizar la entrega de alimentos a la población palestina ha sido cuestionada por organizaciones humanitarias desde su implementación a finales de mayo. Además de forzar a miles de personas a desplazarse a pie a diario para conseguir ayuda, los alimentos que contienen los paquetes no son aptos para consumir en condiciones de riesgo de hambruna y falta de combustible y agua potable, porque la mayoría de ingredientes se tienen que cocinar.

Los ataques atribuidos al ejército israelí contra solicitantes de ayuda que hacían cola han sido constantes, con más de 600 fallecidos y 4.000 heridos en seis semanas. Una investigación de la agencia AP revela que los contratistas estadounidenses que custodian estos centros utilizan balas, granadas aturdidoras y gases lacrimógenos contra la población solicitantes de ayuda. «El personal de seguridad contratado a menudo no estaba cualificado, no había sido investigado, estaba fuertemente armado y parecía tener plena libertad para hacer lo que quisiera», señalan fuentes a AP. Recientemente el periódico Haaretz recogió testimonios de soldados israelíes que afirman haber disparado deliberadamente contra personas desarmadas que solicitaban ayuda.

Más de un centenar de organizaciones humanitarias han exigido el cierre inmediato de FHG, acusándolo de provocar ataques contra palestinos. «Si realmente queremos detener la hambruna, debemos permitir la entrada de ayuda a gran escala en Gaza, a través de todos los cruces fronterizos, con rutas de entrega seguras y predecibles», explica a EL MUNDO Ricardo Pires, portavoz global de Unicef. Sobre el deterioro de las condiciones humanitarias debido al bloqueo a la entrada de alimentos y combustible, Pires remarca que durante la tregua acordada a principios de año, la situación y las condiciones de seguridad mejoraron considerablemente. «Lo hemos visto: durante el alto el fuego temporal, disminuyeron los saqueos, se pudo ayudar a los niños, la desnutrición disminuyó. Esto es lo que debe ocurrir de nuevo, urgentemente», advierte. El portavoz de Unicef alertó que Gaza es «un lugar donde la supervivencia pende de un hilo» ante la grave falta de acceso a alimentos y agua potable.

«Cada día llegan más niños a nuestros centros de estabilización con signos visibles de debilitamiento: cuerpos diminutos, privados de alimento y atención», describe. «El acceso al agua potable se ha reducido aún más, las enfermedades se propagan y las familias simplemente se han quedado sin opciones», lamenta. Según la Oficina de la ONU de asuntos humanitarios, menos de la mitad de instalaciones de producción de agua potable funcionan en Gaza, pero todas se enfrentan a un «colapso inminente», mientras que la escasez de agua en los hogares asciende al 93%.

A la escasez de alimentos se le une el desmantelamiento del sistema sanitario, con continuos ataques contra doctores y personal hospitalario. Un ataque aéreo el martes causó la muerte de un importante cardiólogo y director del hospital indonesio, Marwan al Sultan. «Es una pérdida catastrófica para Gaza y toda la comunidad médica, tendrá un impacto devastador en el sistema sanitario de Gaza», declaró Muath Alser, director del Observatorio de Trabajadores de la Salud (HWW), que ha contabilizado setenta trabajadores sanitarios muertos en el último mes y medio.

HWW también condenó el ataque israelí contra un café frente a la playa de Gaza el lunes, que causó la muerte de 36 palestinos, entre ellos un niño de cuatro años. Expertos en derecho internacional afirmaron que el ataque podría constituir un crimen de guerra, al emplear una potente bomba de 230 kilos que genera una enorme onda expansiva y dispersa metralla, a pesar de la presencia conocida de numerosos civiles desprotegidos en la zona.

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