La resistencia a Trump se reúne en Río de Janeiro en una Cumbre de los BRICS con un Putin virtual

<p>El objeto más preciado en el despacho presidencial del Palacio del Planalto, en Brasilia, es una pequeña caja sellada. ¿Qué hay en ella? Polvo de luna, regalo de Xi Jinping a Luiz Inácio Lula da Silva, que cuando muestra el objeto se ríe: «No la he abierto, porque quién sabe lo que hay dentro… Le pediré a Xi que la abra delante de mí».</p>

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 El encuentro se desarrolla entre el domingo y el lunes en Río de Janeiro. No acudirán ni el presidente chino ni el ruso ni el iraní.  

El objeto más preciado en el despacho presidencial del Palacio del Planalto, en Brasilia, es una pequeña caja sellada. ¿Qué hay en ella? Polvo de luna, regalo de Xi Jinping a Luiz Inácio Lula da Silva, que cuando muestra el objeto se ríe: «No la he abierto, porque quién sabe lo que hay dentro… Le pediré a Xi que la abra delante de mí».

Tendrá que esperar para eso porque, por primera vez en 12 años, Xi faltará a una cumbre de los BRICS. En Río de Janeiro, que alberga la renión entre este domingo y el lunes, el presidente chino será representado por el primer ministro, Li Qiang. A diferencia de Vladimir Putin, ausente ante la imposibilidad del Gobierno de Lula de garantizar que no sería detenido al pisar Brasil, Xi no dio explicaciones claras para su ausencia, aunque puede pensarse que a Pekín no le interesa tensar innecesariamente la relación con Washington. Tampoco estará el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, que renunció a viajar tras el reciente bombardeo de Estados Unidos. A su manera, los tres países harán sentir su influencia y buscarán apoyo para sus causas.

Putin participará por videoconferencia en una reunión que bien puede ser definida como la de la resistencia a Donald Trump: la gran mayoría de los invitados tienen serias cuentas pendientes con el inquilino de la Casa Blanca. Y Lula no se queda atrás. El anfitrión, insistió por enésima vez en los últimos días en la necesidad de sustituir al dólar como moneda de intercambio comercial y criticó al sistema financiero internacional. Washington lo tiene en la mira por esa insistencia en jubilar al dólar.

«El modelo de austeridad no ha funcionado en ningún país del mundo. La llamada austeridad exigida por las instituciones financieras ha empobrecido a los países. Cada vez que se habla de austeridad, los pobres se empobrecen más y los ricos se enriquecen más. Eso es lo que ocurre en el mundo actual y eso es lo que tenemos que cambiar», dijo este sábado Lula en una reunión del Nuevo Banco de Desarrollo, el banco de los BRICS, que preside la ex jefa de Estado brasileña Dilma Rousseff.

Lula volvió a hablar de la falta de peso de las Naciones Unidas, algo sobre lo que le llamó la atención recientemente Emmanuel Macron -es precisamente la ONU la que garantiza el multilateralismo, le dijo el presidente francés-, y del «genocidio de Israel» en la Franja de Gaza. «Por eso es tan importante el debate que ustedes [los representantes del banco] están manteniendo sobre una nueva moneda de comercio. ¿Es complicado? Lo sé. ¿Hay problemas políticos? Lo sé. Pero si no encontramos una nueva fórmula, terminaremos el siglo XXI igual que empezamos el siglo XX. Y eso no será beneficioso para la humanidad».

La franqueza y abundancia verbal de Lula, que en tres meses cumplirá 80 años, alarman en Itamaraty, el Ministerio de Exteriores brasileño, que ya hizo llegar a sus pares estadounidenses la garantía de que en los BRICS no se decidirá nada sobre una nueva moneda que reemplace al dólar. Pero Lula -al que la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, llamó recientemente «leyenda viva»- puede destruir ese equilibrio diplomático en cinco segundos.

De eso se hizo eco, en un reciente y virulento artículo, la revista The Economist. Lula está «perdiendo influencia en el exterior» y es «cada vez más impopular en Brasil», sintetizó la publicación, que puso el acento en las estrechas relaciones del veterano líder de izquierdas con China, Rusia e Irán. «El papel de Brasil en el seno de un BRICS ampliado y dominado por regímenes autoritarios forma parte de la política exterior cada vez más incoherente de su presidente«, añadió la revista, que destacó la «fuerte condena» de Brasil ante el reciente bombardeo de Estados Unidos a Irán. Itamaraty envió una carta de respuesta rebatiendo el artículo punto por punto.

El mundo cambió dramáticamente en los menos de ocho meses que pasaron desde que Río de Janeiro albergó la Cumbre del G-20 en noviembre de 2024 y esta de los BRICS. Y Lula, que inició su tercera presidencia en 2023 con el firme objetivo de no alejarse de ciertas ideas y principios que sí moderó cuando gobernó entre 2003 y 2011, se siente hoy más cómodo en los BRICS que en el G-20. Quiere una política exterior «activa y altiva».

Pero hay un peligro, advierte Christopher Sabatini, investigador de Chatham House: que los BRICS se conviertan en un foro anti Estados Unidos dominado por China y Rusia. «En la cumbre celebrada en Sudáfrica en 2023, surgió una tensión silenciosa entre los miembros originales cuando el grupo votó a favor de ampliar la membresía a Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos», explicó.

En ese momento, los observadores y los miembros más democráticos de la coalición expresaron en privado su preocupación por que las incorporaciones, muchas de ellas defendidas por China, se hubieran realizado con demasiada rapidez y sesgaran el bloque hacia las autocracias.

En efecto, la Cumbre de los BRICS de 2024 en Kazán, organizada por Vladimir Putin, «reforzó la percepción de que el bloque se había convertido en una plataforma para desafiar el orden occidental, incluso cuando la democrática Indonesia se unió al grupo», señaló Sabatini. Y ahora «llega la prueba», añade de cara a una cumbre que será controlada por 20.000 agentes de las fuerzas de seguridad y protegida por cazas con misiles.

«Brasil tendrá que lidiar con los nuevos BRICS. Son dilemas peligrosos, porque trata con países que tienen graves problemas geopolíticos, ya sea Rusia o Irán (…). Siempre existe la amenaza de una represalia estadounidense, una represalia europea», dijo al diario O Globo el profesor de Relaciones Internacionales Feliciano Guimaraes, que marca un dato importante: «Es otro error pensar que Brasil siempre estará del lado de Occidente en las cuestiones fundamentales. No necesariamente».

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