Hiroshima conmemora los 80 años de la bomba atómica, pero el legado pacifista de los supervivientes se desvanece frente al aumento de la amenaza nuclear

<p>Exactamente a las 8.15 de este miércoles, la misma hora en la que el <strong>bombardero estadounidense B-29</strong> lanzó la <a href=»https://www.elmundo.es/papel/cultura/2023/05/31/64773e9221efa088318b4597.html» target=»_blank»><strong>bomba atómica</strong></a> hace 80 años, <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2025/08/03/688b6d33e85ece1c678b457b.html» target=»_blank»><strong>Hiroshima</strong></a> se quedó muda. Como cada aniversario, sonaron las campanas en el Parque Memorial de la Paz. También las sirenas por toda la ciudad. Dentro de las casas y oficinas, como es costumbre, lo vecinos y trabajadores rindieron su <strong>minuto de silencio</strong> por las víctimas.</p>

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 En cada aniversario se aprovecha para hacer un llamamiento contra las armas nucleares. pero la realidad es que los nueve estados nucleares del mundo no cesan en invertir en sus arsenales  

Exactamente a las 8.15 de este miércoles, la misma hora en la que el bombardero estadounidense B-29 lanzó la bomba atómica hace 80 años, Hiroshima se quedó muda. Como cada aniversario, sonaron las campanas en el Parque Memorial de la Paz. También las sirenas por toda la ciudad. Dentro de las casas y oficinas, como es costumbre, lo vecinos y trabajadores rindieron su minuto de silencio por las víctimas.

Hace tiempo que Hiroshima renació sobre las cenizas del holocausto nuclear para transformarse en una próspera metrópolis, limpia y ordenada, de casi millón y medio de habitantes. Pero las calles reconstruidas esconden todavía muchas cicatrices invisibles. Por mucho tiempo que pase, esta ciudad siempre será un recordatorio vivo de lo que la humanidad no puede volver a repetir.

Como cada 6 de agosto, las ruinas de la Cúpula de Genbaku, el edificio abovedado que fue el único que permaneció en pie cerca del lugar donde explotó la bomba, ha sido el escenario elegido para una solemne ceremonia que recordaba el momento en el que la bomba «Little Boy» fue detonada a unos 600 metros del suelo y con una fuerza equivalente a 15.000 toneladas de TNT. Entre 60.000 y 80.000 personas murieron en el acto. Una cifra que ascendió a 140.000 a finales de 1945, debido a las quemaduras y enfermedades causadas por la exposición a la radiación. Tres días después del bombardeo de Hiroshima, los estadounidenses lanzaron una bomba de plutonio sobre Nagasaki, matando a 74.000 personas.

«En algunos países, los responsables políticos todavía aceptan la idea de que las armas nucleares son esenciales para la defensa nacional. Pero lo que realmente necesario es aceptar con seriedad el espíritu pacifista de Hiroshima«, dijo Kazumi Matsui, alcalde de Hiroshima, durante un acto conmemorativo al que asistieron 55.000 personas.

Presentes estaban muchos hibakusha, los supervivientes de la bomba. También el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, así como una representación récord de 120 países. No hubo sorpresas con las ausencias más destacadas, la de dos potencias nucleares como Rusia y China, que no han enviado diplomáticos en los últimos aniversarios. Sí que participaron por primera vez representantes de Taiwan y Palestina a pesar de que no son reconocidos por el anfitrión como estados soberanos. El evento contó, como es habitual, con la presencia del embajador de Estados Unidos, país que nunca se ha disculpado formalmente por la masacre.

«Las divisiones dentro de la comunidad internacional sobre el desarme nuclear se están profundizando y el actual entorno de seguridad es cada vez más severo», manifestó el líder japonés Ishiba.

Varios hibakusha se aproximaron al cenotafio conmemorativo para una ofrenda floral con las ruinas del edificio de la bóveda al fondo. El legado de los ancianos supervivientes se va desvaneciendo según pasan los años. Este 2025, por primera vez, el número de los que siguen vivos bajó de los 100.000. En marzo, había 99.130, con una edad promedio de 86 años. Sólo una de las 78 personas confirmadas que estuvieron a menos de 500 metros del hipocentro de la explosión en Hiroshima continúa con vida.

La organización que representa a los hibakusha, Nihon Hidankyo, ganó el año pasado el Premio Nobel de la Paz por, según explicó el comité sueco, sus esfuerzos para lograr un mundo libre de armas nucleares y demostrar a través del testimonio que este armamento nunca debe volver a usarse. «No nos queda mucho tiempo mientras enfrentamos una amenaza nuclear mayor que nunca», afirmó el grupo en un comunicado. «Estoy infinitamente triste y enojado porque el tabú nuclear amenaza con romperse«, soltó durante la ceremonia del Nobel uno de los copresidentes de la organización, el también hibakusha Terumi Tanaka (93 años).

«Hay una tendencia acelerada hacia el aumento militar en todo el mundo», afirmó en su discurso del miércoles el alcalde Matsui citando la invasión rusa de Ucrania y los actuales conflictos en Oriente Próximo. «Estos acontecimientos ignoran flagrantemente las lecciones que la comunidad internacional debería haber aprendido de las tragedias de la historia y amenazan con derribar los marcos de consolidación de la paz que tantos han trabajado arduamente para construir».

En cada aniversario de la bomba de Hiroshima se aprovecha para hacer un llamamiento contra las armas nucleares. Pero la preocupante realidad es que los nueve estados nucleares del mundo están invirtiendo más dinero que nunca en modernizar sus arsenales. Hace apenas unos días, Donald Trump ordenó el despliegue de dos submarinos nucleares en aguas cercanas a Rusia. Esto sucedió después de que el ex líder ruso Dmitri Medvédev publicara en X un amenazante comentario que sugería que Moscú estaría lista para lanzar un ataque nuclear a medida que aumentan las tensiones por la guerra en Ucrania.

En los últimos tres meses, aviones de combate estadounidenses han atacado instalaciones nucleares en Irán; India y Pakistán, dos potencias nucleares, estuvieron al borde de una guerra total tras varios choques militares directos con artillería y bombardeos; y el régimen de Kim Jong-un continúa avanzando en su programa nuclear con ayuda de Rusia.

Hasta en Japón, donde hace un par de años se aprobó un rearme histórico que rompía con la tradición pacifista heredada de la posguerra, hay cada vez más voces, sobre todo entre grupos de oficiales retirados de las Fuerzas de Autodefensa y los crecientes movimientos de extrema derecha, que defienden romper con el tabú nuclear ante el volátil entorno de seguridad (el país está rodeado por China, Rusia y Corea del Norte, tres naciones con armas nucleares).

El último informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), uno de los centros de referencia sobre defensa y armamento, apuntaba que los estados con armas nucleares están reforzando sus arsenales atómicos y abandonando los pactos de control de armas, creando una nueva era de amenazas que ha puesto fin a la política de reducción de armamento que se instauró tras la Guerra Fría.

Los expertos señalan que la bomba de Hiroshima se consideraría un arma nuclear de baja potencia según los estándares actuales. El arma nuclear más grande del arsenal estadounidense tiene una potencia 80 veces mayor que la que destruyó la ciudad japonesa.

Desde el SIPRI informaban que Estados Unidos y Rusia, que poseen alrededor del 90% de todas las armas nucleares (5.459 Moscú y 5.177 Washington), mantuvieron el año pasado relativamente estables los tamaños de sus respectivas ojivas activas, pero que China ha acelerado aumentado su arsenal nuclear en alrededor de 100 nuevas ojivas por año, llegando en estos momentos a almacenar alrededor de 600. Además, se cree que India está aumentando sus reservas y se espera que el Reino Unido lo haga pronto.

«Del inventario mundial total de aproximadamente 12.241 ojivas que había en enero de 2025, alrededor de 9.614 estaban en arsenales militares para uso potencial», señalaba Hans M. Kristensen, investigador del SIPRI. «Las tensiones globales han llevado a los nueve estados nucleares (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, Corea del Norte e Israel) a planificar el aumento de sus reservas».

Desde el Vaticano, el Papa León XIV mandó una declaración que se leyó durante el aniversario del miércoles: «En nuestro tiempo de crecientes tensiones y conflictos globales, Hiroshima y Nagasaki siguen siendo recordatorios vivientes de los profundos horrores provocados por las armas nucleares».

Cuando la bomba cayó sobre Hiroshima, una enorme bola de fuego se expandió en un radio de 3,5 kilómetros, calcinando todo lo que encontraba a su paso. Un torbellino de calor generado por la onda expansiva también provocó miles de incendios que quemaron varios kilómetros cuadrados de la ciudad y causaron muchas más muertes por asfixia. Los bombardeos asestaron el golpe definitivo al Japón imperial, que se rindió el 15 de agosto de 1945, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial. Durante todas estas décadas, historiadores de todo el mundo han discutido sobre si el lanzamiento de la bomba atómica realmente evitó un número mayor de muertes, ya que es probable que el conflicto hubiera seguido con una invasión terrestre sobre Japón.

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