Ece Temelkuran: «Que Occidente trate a los sirios como fichas geopolíticas y les reproche que se alegren de la caída de Asad es injusto»

<p>Son muchas las incógnitas y pocas las respuestas que plantea el futuro de Siria y la estabilidad en Oriente Próximo en las próximas semanas, meses o años, pero hay una que <strong>Ece Temelkuran</strong> sí se atreve a responder: <strong>¿Es Turquía el gran ganador de la caída del régimen de Bashar Asad?</strong></p>

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 La periodista y escritora turca hace balance del papel de Turquía en el nuevo escenario político de Oriente Próximo y analiza cómo los movimientos populistas han transformado democracias en regímenes autoritarios en un encuentro en Madrid  

Son muchas las incógnitas y pocas las respuestas que plantea el futuro de Siria y la estabilidad en Oriente Próximo en las próximas semanas, meses o años, pero hay una que Ece Temelkuran sí se atreve a responder: ¿Es Turquía el gran ganador de la caída del régimen de Bashar Asad?

«Sí, Ankara es el principal beneficiado de este cambio en el tablero geopolítico, y Erdogan tiene una silla principal en la mesa de negociación», ha apuntado la periodista y escritora turca exiliada en Hamburgo, en el marco del encuentro De la democracia a la dictadura: el avance del fascismo global, celebrado este martes en La Casa Encendida de Madrid.

Si el presidente turco no hubiera llegado al poder hace una década, ha indicado Temelkuran, quizá la respuesta a esa pregunta «hubiese sido otra». «Uno de los problemas de las relaciones Ankara-Damasco, y me duele decirlo, radica en el hecho de que Turquía no era un país de Oriente Próximo hasta que Erdogan llegó al poder«, ha explicado Temelkuran durante el acto organizado por la Asociación de Mujeres de Guatemala. De hecho, Turquía antaño se autodenominaba «como un país entre Oriente y Occidente pero siempre con miras hacia Occidente», e incluso los mapas colgados en las paredes de los colegios turcos reflejaban esa realidad: «La URSS y demás países a nuestra derecha aparecían en gris, y las grandes democracias de Europa, en color, orientando nuestra visión política hacia el Oeste».

El «premio» para Turquía de haber sido arrastrado hacia la política de Oriente Próximo, ha lamentado Temelkuran, ha sido «guerras interminables, conflictos sin fin aparente y una hostilidad tribal», una realidad que sólo puede atribuirse a «las grandes aspiraciones del régimen de Erdogan». Pero peor le parece la «actitud arrogante» de Occidente hacia la población siria ante esta nueva era en su país. «Que los medios de comunicación occidentales traten a los sirios como fichas geopolíticas y les reprochen que se alegren de la caída de Asad es injusto», ha lamentado la periodista, que fue galardonada con el Premio Internacional de Periodismo de EL MUNDO en 2023. «Occidente no puede ni siquiera empezar a imaginar cómo era la dictadura de Asad», ha criticado, antes de sentenciar: «No podemos estar dando lecciones».

Durante el encuentro, el último de este 2024 del ciclo Mujeres contra la impunidad, Temelkuran ha analizado, en sintonía con su libro Cómo perder un país (ed. Anagrama), cómo los movimientos populistas y el nacionalismo de ultraderecha -como el de Erdogan en Turquía- llegan al poder y luego transforman una democracia en un régimen autoritario. «Los europeos no quisieron tomarme en serio cuando llegué a Croacia -Temelkuran vive en el exilio desde 2016- y les dije que el fascismo que acababa de vivir en Turquía no tardaría en llegar aquí», ha recordado. «Pero, poco después, con la llegada de Trump y el Brexit, vieron cómo mi profecía, por desgracia, se cumplía».

«En 2016, la gente era reaccionaria a la palabra ‘fascismo‘, pero cuando lo llamas populismo de derechas, simplemente suena como otro concepto pasajero que pronto llegará a su fin», ha añadido la escritora, que ha identificado en su libro siete patrones globales de cómo las democracias retroceden hasta convertirse en dictaduras, que abarcan la aterrorización de la comunicación política a través de las redes sociales, el desmantelamiento del poder judicial y de los mecanismos políticos, así como el rediseño de su propio pueblo y país para moldear a las generaciones futuras, entre otros.

«Cuando estos movimientos políticos, porque recordemos que no se autodenominan partidos para desmarcarse del resto del engranaje político, se acercan sigilosamente al poder, nos permiten ridiculizarlos con sus campañas exageradas y sus numeritos mediáticos, lo que a su vez se convierte en munición política para ellos», explicó Temelkuran. «Esto sólo refuerza el vínculo entre los miembros del movimiento y los hace más fuertes».

Es importante recordar, por tanto, que aunque tengamos nociones preconcebidas de lo que es el fascismo gracias a nuestra memoria histórica, «ahora tiene un nuevo disfraz». «La gente espera, o quiere, ver el saludo de Hitler o Mussolini, botas militares o un bigote gracioso, pero el fascismo ha evolucionado desde la Segunda Guerra Mundial con una nueva narrativa. Sería una locura pensar que utilizarán las mismas técnicas que hace casi un siglo», ha apostillado Temelkuran. «El fascismo llega ahora a la arena política como un circo, no como un ejército de soldados haciendo el paso de ganso».

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