Jack Watling, analista militar del Royal United Services Institute: «Moscú cree aún que Kiev colapsará, por eso no negocia de verdad»

<p>Para <strong>Jack Watling</strong>, analista militar del grupo de expertos Royal United Services Institute (RUSI), la guerra es una lluvia de cifras que pasa delante de su mirada como un espectro de <i>Matrix</i>. En un conflicto donde se cruzan calificativos como «nazi» o «imperialista», él enuncia conceptos como «capacidades» o calificativos como «subóptimo». Watling cree que Europa tiene la oportunidad de debilitar a Rusia y reducir significativamente la amenaza que representa para el continente si sus estados logran coordinar esfuerzos, pero avisa de que el tiempo se acaba. El combate entre <a href=»https://www.elmundo.es/e/uc/ucrania.html» target=»_blank»><strong>Ucrania</strong></a> y <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/rusia.html» target=»_blank»><strong>Rusia</strong></a> es tan igualado que, <strong>»si bien es probable que </strong><a href=»https://www.elmundo.es/internacional/estados-unidos.html» target=»_blank»><strong>Estados Unidos</strong></a><strong> se retire, la forma en que lo haga es fundamental»</strong>.</p>

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 El investigador de guerra terrestre, colaborador del ejército británico, cree que Europa tiene la oportunidad de reducir la amenaza que representa Rusia  

Para Jack Watling, analista militar del grupo de expertos Royal United Services Institute (RUSI), la guerra es una lluvia de cifras que pasa delante de su mirada como un espectro de Matrix. En un conflicto donde se cruzan calificativos como «nazi» o «imperialista», él enuncia conceptos como «capacidades» o calificativos como «subóptimo». Watling cree que Europa tiene la oportunidad de debilitar a Rusia y reducir significativamente la amenaza que representa para el continente si sus estados logran coordinar esfuerzos, pero avisa de que el tiempo se acaba. El combate entre Ucrania y Rusia es tan igualado que, «si bien es probable que Estados Unidos se retire, la forma en que lo haga es fundamental».

Se vuelve a hablar de conversaciones entre rusos y ucranianos. Algunos dicen que esto es una señal de que Moscú está dispuesto a detenerse porque ya está pagando un duro precio por su guerra. ¿Cree que los rusos ya están en esta etapa?
Los rusos son conscientes de que Estados Unidos quiere que el conflicto termine y saben que si rechazan por completo cualquier proceso [negociador], corren el riesgo de que Washington les vea como un obstáculo para la paz y siga apoyando a Ucrania. Pero la opinión rusa es que están modificando la situación sobre el terreno para lograr el resultado que desean. Creen que su influencia sobre los ucranianos aumenta con el tiempo en el ámbito militar, por lo que no ven la necesidad de un alto el fuego inminente. Además, los rusos quieren crear una brecha entre Washington y sus aliados europeos sobre Kiev, sugiriendo a los estadounidenses que son los ucranianos los que representan un obstáculo para la paz. Se han realizado muchas maniobras para intentar evitar que lleguemos a esa situación. Algunas tienen éxito, pero en última instancia lo que los rusos están haciendo es mantener sus exigencias maximalistas y ganar tiempo. Llegaremos a un punto más adelante este año en el que los rusos podrían reevaluar su postura si no han avanzado mucho o si han sufrido muchas más bajas y necesitaran movilizar a la fuerza a la población para mantener el nivel de tropas deseado. Si llegamos a esa situación, los rusos podrían estar interesados en negociar de verdad, mientras que por el momento están bastante contentos con el escenario de unas negociaciones en las que en realidad quieren no negociar, porque simplemente siguen reafirmando su posición inicial.
¿Cuál es la principal amenaza para los ucranianos? Los rusos aún creen en la posibilidad de un colapso del frente, fruto de una crisis de reclutamiento o la falta de munición.
Se está suministrando mucho material al ejército ucraniano. Algunos suministros están en cantidades razonables, como los proyectiles de artillería de 155 milímetros. Pero el suministro de cargas, que es lo que dispara el proyectil, es insuficiente, y esto es un problema. En otras zonas, algunos vehículos ucranianos no reciben suficientes repuestos, por lo que hay una disminución en la disponibilidad a medida que se rompen y otros reciben mantenimiento. Siempre es un panorama muy complejo porque se utiliza una gran cantidad de equipamiento. Y los interceptores de defensa aérea escasean: ése es un problema constante.
¿Cuál es el aspecto más crítico en el medio plazo?
El mayor problema para Ucrania es la falta de personal [en el frente]. Su proceso de reclutamiento y entrenamiento es insuficiente. Y eso es lo que da a los rusos la confianza de que podrían acelerar su progreso más adelante este año si continúan atacando al ejército ucraniano. Pero los ucranianos están tomando medidas para solucionarlo. Si los rusos ejercen más presión, el riesgo es que encuentren un sector donde la defensa ucraniana no esté suficientemente dotada y comiencen a acelerar. Siempre hay un riesgo.
A medida que Trump se ha ido distanciando de Ucrania y los problemas europeos, ha crecido el nerviosismo. ¿Podemos realmente encontrar una alternativa al enorme apoyo estadounidense?
Ucrania y sus socios europeos pueden satisfacer muchas de las necesidades del frente en este momento, incluso mediante la fabricación de vehículos aéreos no tripulados, municiones, etcétera. Pero hay capacidades que sólo puede proporcionar Estados Unidos. Una de ellas es el apoyo con datos de Inteligencia, o los [misiles] interceptores de defensa aérea capaces de neutralizar misiles balísticos, como los Patriot. O los cohetes de precisión de largo alcance que los ucranianos utilizaron para debilitar la logística rusa. Y otro asunto sería el mantenimiento del F-16. Si Washington retira estas capacidades, esto tendrá un impacto significativo en la capacidad de Ucrania para proteger objetivos clave y para debilitar la logística rusa, lo que aumentará la presión sobre el ejército de Kiev.
¿Qué se puede hacer ante esto?
Hay maneras de reducir el impacto de esas medidas. Costará vidas y dificultará la lucha, pero no es insalvable. El problema sería mucho mayor si Estados Unidos, en lugar de simplemente retirar su apoyo, comenzara a coaccionar activamente a Ucrania impidiendo el respaldo europeo. Podría hacerlo porque muchos sistemas europeos tienen subcomponentes que cumplen con la normativa ITAR [Normativa Internacional sobre el Tráfico de Armas]. Por lo tanto, Estados Unidos podría empezar a restringir la exportación de productos que los europeos fabrican y desean entregar a Ucrania.
¿A qué podría afectar ese boicot de EEUU?
Hablo de misiles o sistemas informáticos, que probablemente tengan componentes ITAR. Tenemos una cadena de suministro integrada en toda la OTAN. ¿Por qué duplicaríamos la fabricación de ciertos tipos de chips que fabrica Estados Unidos y que funcionan perfectamente?
Europa ha encargado terminales Starlink y ha permitido a los ucranianos usar las suscripciones, ¿obligaría Estados Unidos a la empresa de satélites a romper sus contratos?
Eso sería extremadamente perjudicial para los ucranianos, pero también para la relación con Europa, porque entonces no podemos confiar en los contratos comerciales que tenemos con empresas estadounidenses. Una de las razones por las que la gente es tan cautelosa sobre cómo interactúa con Estados Unidos es porque entienden que, si bien es probable que se retire, la forma en que lo haga es fundamental. Y es muy importante asegurarse de que no haya daños colaterales en ese proceso más allá de lo que conocemos. Básicamente se trata de limitar daños.

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