<p>Se han disparado las búsquedas <i>online</i> sobre si es seguro viajar este verano a <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/tailandia.html»>Tailandia</a>, uno de los destinos turísticos más populares en estas fechas. Las agencias de viaje también están recibiendo muchas llamadas de clientes desconcertados porque no saben si cancelar o no sus vacaciones programadas en las playas del reino budista. Hablamos de un país que el año pasado recibió más de <strong>35 millones y medio de visitantes internacionales</strong>, de los cuales 208.000 fueron españoles.</p>
El sector representa entre el 12% y el 9% del PIB de estos dos países, respectivamente
Se han disparado las búsquedas online sobre si es seguro viajar este verano a Tailandia, uno de los destinos turísticos más populares en estas fechas. Las agencias de viaje también están recibiendo muchas llamadas de clientes desconcertados porque no saben si cancelar o no sus vacaciones programadas en las playas del reino budista. Hablamos de un país que el año pasado recibió más de 35 millones y medio de visitantes internacionales, de los cuales 208.000 fueron españoles.
En Camboya, otra nación del sudeste asiático con una economía que depende también mucho del turismo, está pasando algo similar. En su caso ha habido cancelaciones, sobre todo de viajeros procedentes de países cercanos como China deseosos de visitar el fascinante complejo de templos de Angkor Wat, dedicados originalmente al dios hindú Vishnú, en el siglo XII.
A punto de entrar en agosto, los ecos de guerra han retumbado en Tailandia y Camboya. Al menos de un amplio choque militar porque, desde el jueves, sus ejércitos combaten a lo largo de la frontera que comparten de más 800 kilómetros. Este domingo, Tailandia y Camboya se enfrentaron por cuarto día consecutivo.
El enfrentamiento ya ha dejado 33 muertos, centenares de heridos y más de 200.000 desplazados. Un drama que, a tenor de las tendencias de búsqueda sobre todo en los servidores occidentales, ha atraído enorme atención porque hay turistas que están preocupados de que una contienda les vaya a arruinar sus vacaciones.
Los combates continuaron el sábado y domingo en varios puntos después de que Tailandia decretara la ley marcial en ocho distritos fronterizos con Camboya. También ordenó el cierre de seis parques nacionales. Las regiones ahora críticas de uno y otro lado (entre el norte de Camboya y el este de Tailandia) se encuentran lejos de las habituales atracciones turísticas de ambos países. Hay destacados templos en las áreas montañosas de la frontera, pero apenas reciben visitas de extranjeros, ni siquiera de mochileros que buscan adentrarse en sitios más remotos y menos masificados.
Por ejemplo, los alrededores del templo hindú de Preah Vihear, que ha sido foco de enfrentamientos, se encuentra a 450 kilómetros de Bangkok y a 305 kilómetros de Phnom Penh. Algunas naciones, como Australia, Estados Unidos o Corea del Sur, únicamente han advertido a sus ciudadanos de que no viajen a las zonas fronterizas. El turismo contribuye al 12% y al 9% del PIB de Tailandia y Camboya, respectivamente.
La nota positiva en las últimas horas es que se vislumbra en el horizonte una posible desescalada. Ambas partes han comunicado que están dispuestas a sentarse a negociar un alto el fuego. «Hemos acordado comenzar un diálogo bilateral», apuntaron desde el Ministerio de Exteriores de Tailandia.
Esta declaración siguió a una serie de publicaciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, diciendo que los líderes de Camboya y Tailandia habían acordado reunirse de inmediato para negociar la paz.
El primer ministro interino de Tailandia, Phumtham Wechayachai, agradeció a Trump su intervención en esta crisis y dijo su país «acuerda en principio tener un alto el fuego». En la madrugada del domingo, el líder camboyano, Hun Manet, también envió su agradecimiento a Trump y afirmó que su Gobierno estaba de acuerdo con la propuesta.
A pesar de este acercamiento, nuevos enfrentamientos de artillería estallaron el domingo por la mañana cerca de dos templos antiguos disputados durante mucho tiempo en una de las zonas fronterizas. Un portavoz de Camboya aseguró dijo que las fuerzas tailandesas comenzaron a atacar a las 4.50 de la madrugada. Por su parte, desde Bangkok apuntaron a que fue el ejército camboyano el primero en abrir fuego esta jornada mientras que los dos bandos luchan por el control de posiciones estratégicas.
Durante el sábado, la noticia fue el avance de los combates por más provincias fronterizas. Las autoridades tailandesas informaron de que la Armada se unió a las tropas terrestres para repeler una incursión de tropas camboyanas en tres puntos diferentes de la provincia de Trat. En la región limítrofe del país vecino, Pursat, varios informes apuntan a que las fuerzas tailandesas dispararon proyectiles de artillería pesada contra áreas residenciales.
Ambas partes se han intercambiado denuncias de crímenes de guerra. Desde Phnom Penh aseguran que el ejército tailandés lanzó bombas de racimo, prohibidas por la ONU, sobre siete áreas fronterizas dentro del territorio camboyano. Ayer, continuaron circulando en las redes sociales imágenes de civiles tailandeses y camboyanos buscando refugios seguros mientras perduraban los combates. Algunos se escondían en improvisados búnkeres subterráneos, mientras que otros se han metido en escuelas, gimnasios y hasta en las pagodas de los templos budistas.
El conflicto, arrastrado por una larga disputa fronteriza que se remonta a la división fronteriza trazada durante el periodo colonial francés en Camboya, estalló el jueves en un choque directo que involucró a aviones de combate, artillería, tanques y tropas terrestres. Según las últimas actualizaciones oficiales de víctimas, 14 civiles y seis militares habrían muerto en territorio tailandés, mientras que ocho civiles y cinco soldados murieron en el lado camboyano.
«Las fuerzas armadas tailandesas han utilizado armamento pesado, incluyendo el lanzamiento de bombas contra objetivos civiles. Esta es una brutal ambición territorial que viola flagrantemente el derecho internacional. Camboya es víctima de una agresión por parte del ejército tailandés, cuya intención es cumplir una ambición expansionista de apoderarse de territorio camboyano», denunció Pen Boda, portavoz del Gobierno camboyano. Tailandia también acusa a la otra parte de haber iniciado el conflicto y de atacar zonas con civiles.
Ante los temores de que estalle una guerra más amplia, la diplomacia se sigue intensificado en las últimas horas. Además de la intervención de Trump desde Escocia, los vecinos del sudeste asiático han sido los más activos en la mediación, especialmente Malasia, con el primer ministro Anwar Ibrahim intercambiando llamadas con ambos gobiernos.
China, la superpotencia de la región, también se ha ofrecido como potencial mediador. Aunque desde Pekín han querido ir más allá, profundizando en las raíces de este conflicto. «La causa fundamental de este problema radica en las consecuencias persistentes dejadas por los colonialistas occidentales en el pasado, y ahora es necesario afrontarlo con calma y manejarlo adecuadamente», manifestó Wang Yi, ministro de Exteriores chino, quien aseguró que su país está listo para mantener una posición justa e imparcial que sirva para ayudar a poner fin a los combates.
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