Noboa y el desafío del presente

<p>Una vez más, las encuestas no han acertado. Hasta este domingo, jornada en la que los ecuatorianos votaban en segunda vuelta, se pronosticaba una contienda muy reñida entre <strong>Daniel Noboa</strong>, que aspiraba a la reelección, y <strong>Luisa González</strong>. No era la primera vez que se medían en las urnas el líder conservador y la candidata de la izquierda suscrita al ideario del ex presidente <strong>Rafael Correa</strong>. Los resultados arrojan una contundente victoria del dirigente de <strong>Acción Democrática Nacional</strong> (ADN), con más de 12 puntos de ventaja. Una sorpresa que posiblemente Noboa no esperaba y de la que su adversaria duda.</p>

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 Una vez más, las encuestas no han acertado. Hasta este domingo, jornada en la que los ecuatorianos votaban en segunda vuelta, se pronosticaba una contienda muy reñida entre  

Una vez más, las encuestas no han acertado. Hasta este domingo, jornada en la que los ecuatorianos votaban en segunda vuelta, se pronosticaba una contienda muy reñida entre Daniel Noboa, que aspiraba a la reelección, y Luisa González. No era la primera vez que se medían en las urnas el líder conservador y la candidata de la izquierda suscrita al ideario del ex presidente Rafael Correa. Los resultados arrojan una contundente victoria del dirigente de Acción Democrática Nacional (ADN), con más de 12 puntos de ventaja. Una sorpresa que posiblemente Noboa no esperaba y de la que su adversaria duda.

En la primera vuelta, celebrada en febrero, los dos contrincantes políticos se pisaron los talones, con Noboa al frente pero por muy poco. Era el resultado del desgaste de 18 meses en el poder, al que llegó como consecuencia de unas elecciones extraordinarias después del colapso del Gobierno del ex presidente Guillermo Lasso. Noboa contaba con el respaldo de pertenecer a una de las familias más acaudaladas del país. Aunque su recorrido político era limitado, supo capitalizar el descontento general por una creciente inseguridad ciudadana que en los últimos años ha hecho de Ecuador el país más peligroso de América Latina. Las causas principales de este desmoronamiento han sido el crimen organizado y el avance del narcotráfico, convirtiendo a la nación andina en puente y tránsito de la multinacional de la droga que se mueve entre Colombia y México.

En 2023, los ecuatorianos manifestaron su hartazgo por la violencia en las calles, en las prisiones (donde las mafias son un poder paralelo) y hasta en las instituciones, salpicadas por la corrupción que trae consigo el todopoderoso narco. Entonces, Daniel Noboa, inspirado en los discursos de mano dura del presidente Nayib Bukele en El Salvador, prometió que sería implacable con las bandas criminales. Además, enarbolando el recetario del liberalismo económico y en sintonía con el trumpismo, consolidó los votos de quienes guardaban el mal recuerdo de la gestión de Rafael Correa, aliado de Nicolás Maduro en Venezuela, Daniel Ortega en Nicaragua y el régimen castrista en Cuba. Por mucho que Luisa González, al frente de Revolución Ciudadana, el partido fundado por Rafael Correa, venda el mensaje de justicia social y de la redistribución de riqueza en un país con evidentes desigualdades sociales, venció el miedo al correísmo, con su mentor moviendo hilos desde su refugio en Bélgica, donde vive después de ser encausado por delitos de corrupción.

En esta nueva consulta electoral, ambos han escenificado el revival de dos modelos antagónicos y se ha impuesto la continuidad de un Gobierno que, si bien se ha quedado a medias en varias de sus promesas, es, para muchos votantes, garante de que la corriente bolivariana no vuelve, al menos por ahora. Pero el triunfo de Noboa puede interpretarse más como un rechazo a esa influencia por control remoto a la que aspira Correa que a un entusiasmo sólido por la gestión del líder de ADN.

Después de un año y medio de mandato, la inseguridad ciudadana sigue siendo la máxima preocupación de los ecuatorianos (cuatro de cada 10 así lo expresa). Si en los primeros meses de su Gobierno el crimen disminuyó con el Plan Fénix, que implicaba una mayor intervención de las Fuerzas Armadas para frenar a las mafias, en enero y febrero de este año se registraron más de 1.500 muertes violentas, con una media de 26 al día. Sin duda, cifras alarmantes. A la frustración por el grado de impunidad con que operan los cárteles se suma una crisis económica que en 2024 colocó al país, con índices de pobreza que afectan al 28% de la población, en una recesión técnica. Son algunos de los retos que el derechista debe abordar en su segundo mandato.

Pero si hay una cuestión peliaguda para Noboa es la de garantizar la seguridad ciudadana sin sacrificar los principios del Estado de derecho, tal y como ha hecho Bukele en El Salvador, donde en su megacárcel sistemáticamente se violan los derechos humanos. En Ecuador, las organizaciones de derechos humanos también denuncian atropellos. El presidente reelecto asegura que los ecuatorianos no quieren «regresar al pasado». El desafío para él está en el presente.

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