<p>Cuando <strong>Mario Casas</strong> (A Coruña, 1986) conoció a Gerard Oms aún luchaba por desprenderse de esa imagen bien forjada de estrella juvenil, de <a href=»https://www.elmundo.es/papel/cultura/2021/03/25/605cd2fc21efa0a3268b468d.html»>objeto de deseo adolescente</a>, sin importar el género. Él ha sido su <i>coach </i>actoral en los últimos seis años, cada película la han encarado a dúo hasta fusionarse en uno. Y, ahora, Mario es Gerard. Con todas las circunstancias propias y externas que han marcado su vida. Con el conocimiento de quien siente como propio otro cuerpo. </p>
Es el protagonista de ‘Muy lejos’, la primera película de su ‘coach’ Gerard Oms en la que relata su vida de emigrante por la crisis económica
Cuando Mario Casas (A Coruña, 1986) conoció a Gerard Oms aún luchaba por desprenderse de esa imagen bien forjada de estrella juvenil, de objeto de deseo adolescente, sin importar el género. Él ha sido su coach actoral en los últimos seis años, cada película la han encarado a dúo hasta fusionarse en uno. Y, ahora, Mario es Gerard. Con todas las circunstancias propias y externas que han marcado su vida. Con el conocimiento de quien siente como propio otro cuerpo.
Porque Mario Casas es el protagonista de la primera película como director de Gerard Oms, Muy lejos, que está por llegar a los cines este viernes. Y lo que puede parecer la vida de cualquier chaval obligado a emigrar por la crisis económica de 2008 rumbo a Utrecht es ni más ni menos que la experiencia vital de su creador, la búsqueda de una identidad propia, el reflejo mismo del racismo entre iguales, el sueño frustrado de tantos, la puerta cerrada para otros… La herencia que, casi dos décadas después, ha construido nuestra sociedad.
«Esta película pasa en 2008 y lo único que ha cambiado en 2025 es que no ves a nadie con el WhatsApp». Y esta es una de las pocas concesiones políticas que su protagonista hará en casi media hora. Porque, a cada uno de esos temas, remitirá al director como ideólogo de una cinta que quiere exponer todos esas cuestiones. «Yo no soy mucho de hablar de temas políticos, me guardo mis opiniones para mí», advierte Casas. Y está a punto de que esa advertencia se convierta en realidad.
- ¿Qué supone para usted meterse en la piel de Gerard Oms con la relación de amistad que les une?
- Supone una red de confianza y saber que iba a sumergirme en un proyecto en el que el trabajo del actor iba a estar ante todo, donde eres el núcleo para que la película camine. Conozco a Gerard desde hace casi seis años, todas las películas las preparo con él. Ya sabía que aquí me iban a cuidar.
- Las primeras imágenes de la película son de usted convertido en un hincha del Espanyol con una carga bastante potente de machismo y racismo, que es una cosa que en el fútbol español se ha tratado mucho en los últimos meses con casos como el de Vinicius.
- No creo que la película vaya de eso, lo que hace es hablar de la educación que ha recibido el personaje, que tiene que ver con la hombría, con el machismo, con el no poder ser realmente él… De ahí surge un viaje hacia el descubrimiento y el estar solo, separado de su tribu, para encontrarse a un mismo. Es verdad que la película te presenta esa manera de ser machista, racista y homófoba de un forofo al fútbol, pero no creo que la película vaya hacia ahí.
- ¿A usted se le intentó encuadrar en ese tipo de masculinidad con personajes como era el de Hache en ‘A tres metros sobre el cielo’?
- Yo interpreto personajes y no me planteo qué va a parecer ninguno de ellos. En A tres metros tenía 24 años y estoy contento del personaje. Pero, gracias a Dios, el mundo evoluciona, pero a mí ese proyecto me trajo muchas cosas. Cuando tú eres director sí entra el querer contar una historia para mandar un mensaje al público, cuando eres actor no. Gerard cuenta esa historia con temas muy candentes en la sociedad.
- Supongo que el actor tendrá que identificarse con esos temas también para hacer un papel.
- Esas preguntas son más para Gerard porque es su mensaje y su película, yo quiero hacer personajes que lleguen al público y este es uno que quiere saber quién es. Pero claro que toca otros temas interesantísimos. Para mí la identidad representa todo en lo que creo. Saber quién eres y gustarte a ti mismo es un punto de partida para conocerte.
- ¿Usted ha sentido en algún momento que no sabía quién era?
- No te voy a decir que es una pregunta diaria, pero siempre he estado en esa búsqueda. Por qué estamos aquí, quiénes somos realmente… Es la constante pregunta de cualquier ser humano. Yo creo que voy a seguir toda la vida buscando quién soy.
- ¿Esa visión se la ha dado acercarse a los 40?
- Al final la edad o llevar 20 años en esta profesión me ha hecho vivir muchas situaciones. Me lo he pasado muy bien en muchas películas, en otras no tanto; en unas el resultado es precioso, en otra no tanto; en unas uno intenta salvar su pellejo y en otras veces el director te dirige. He pasado por muchos lugares que me han supuesto un aprendizaje, pero lo bonito es que las historias me siguen sorprendiendo. Pero sí, sin duda, tengo una seguridad que no tenía con vientipocos años porque ahora me conozco. Cuando hice A tres metros o El barco, el espectador demandaba eso de mí, pero creo que yo he intentado demostrar, o demostrarme a mí mismo a lo largo de todos estos años, que soy mucho más que aquel Mario Casas. Y creo que esa imagen que hubo en un momento de mi carrera se ha perdido.
«Me fui de Barcelona con 18 años sin saber si podía ser actor y me busqué la vida vendiendo productos de limpieza»
- ¿Qué siente cuando ve aquel Mario?
- Yo no cambiaría absolutamente nada. Si pudieses decirle algo al Mario del pasado es que los lugares por donde he pasado, la gente que he conocido y los proyectos que he hecho me han dado la madurez que exige una película como esta. Habrá a quien le parezca complicado verme en cine indie, pero lo he conseguido trabajando. Cuando veo ese joven que quería hacerse un lugar, me parece bonito echar la mirada atrás.
- ¿Es nostálgico?
- Sí, sin duda, y tiene que ver con hacerme mayor. Tengo 38 años, para 39, y ahora ha empezado a aparecerme la nostalgia. En El secreto del orfebre he vuelto a trabajar con Michelle [Jenner] y cuando nos decían que habían pasado 15 años de Los hombres de Paco no me lo creía.
- El otro gran tema de la película es la inmigración y el discurso racista que genera.
- Es complicado hacerte un análisis o darte una opinión sobre algo tan complejo y difícil. Pero son los mismos temas universales que nos acompañan. Han pasado los años y las décadas, pero son los mismos. Aunque sí creo que hay temas, como el de la identidad y el ser libres, en los que se ha mejorado bastante.
- Entiendo que usted empezó a trabajar joven, pero de su generación, ¿no ha tenido ningún amigo que haya pasado por ese proceso migratorio por la crisis?
- Yo me fui con 18 años de Barcelona, en una época de crisis, buscando un sueño que era ser actor. Me vine a Madrid a buscarme la vida. He sido un privilegiado y he tenido suerte, pero me vine sin saber que iba a ser actor y me busqué la vida en una empresa vendiendo productos de limpieza, con otros trabajos y pagándome la escuela de interpretación como podía o con ayuda de mis padres. Y también lo he vivido en amigos y en familia. Al final vengo de clase completamente obrera. Mis padres son de clase obrera y yo también.
- Una vez que ha tocado el privilegio, ¿mantiene esos mismos valores?
- Para eso es importante la educación y mis padres me han dado una educación desde niño y aún me la siguen dando. Si alguna vez se me ha disparado el ego por tener privilegios, que me ha pasado poco o nada, me han recordado constantemente de dónde vengo. Yo soy actor, pero si me pude con 18 años sin nada fue gracias a su apoyo y a que me ayudaban económicamente. Si no no hubiese podido ser actor en la vida.
- ¿Usted ha tenido problemas para aceptarse a uno mismo?
- No he tenido tanto problemas para aceptarme, pero sí he tenido que hacer un trabajo personal para estar en paz conmigo mismo. Y cómo hablamos al principio, todo vamos buscando un lugar en el mundo. Este es un tema de psicoanálisis que yo he hecho. ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi deber en este mundo? Ahí quítale el ser actor, la base de cada uno como persona me parece más importante que cualquier otra cosa en la vida. Todo tenemos el mono de buscar quién somos realmente, qué hacemos aquí y yo lo he descubierto.
- ¿Qué ha descubierto?
- A lo que yo he venido a este mundo es para estar con los míos, con mi familia, acompañar a una gente a vivir una vida que nos ha tocado, que ir juntos de la mano. Hablo de mis hermanos, mis padres y dos o tres colegas.
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