<p class=»ue-c-article__paragraph»>Se presentaba como Liu Jiubao y decía que había sido paracaidista del ejército chino. Ha sido uno de los primeros en colgar vídeos en redes sociales asegurando que se encontraba en el <strong>frente de Ucrania</strong> empotrado como mercenario con las <strong>tropas de</strong><strong>Rusia</strong>. Siempre se grababa, vestido con el uniforme militar, dentro de un cobertizo que estaba prácticamente a oscuras. En cada una de sus publicaciones añadía un enlace que conducía a una página de criptomonedas. <strong>Era una estafa</strong>. Este tipo ni estaba combatiendo en una guerra ni se apellidaba Liu. Cuando el engaño se destapó, la policía dijo que quien se encontraba detrás de este perfil se trataba de un chico de 20 años del sur de <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/china.html» target=»_blank»><strong>China</strong></a> que formaba parte de una red de <strong>criptoestafas</strong>.</p>
La Casa Blanca defiende que China es un importante facilitador de Rusia en la guerra en Ucrania y que el gigante asiático ha proporcionado herramientas y chips que el Kremlin está utilizando para «reconstruir su maquinaria de guerra»
Se presentaba como Liu Jiubao y decía que había sido paracaidista del ejército chino. Ha sido uno de los primeros en colgar vídeos en redes sociales asegurando que se encontraba en el frente de Ucrania empotrado como mercenario con las tropas deRusia. Siempre se grababa, vestido con el uniforme militar, dentro de un cobertizo que estaba prácticamente a oscuras. En cada una de sus publicaciones añadía un enlace que conducía a una página de criptomonedas. Era una estafa. Este tipo ni estaba combatiendo en una guerra ni se apellidaba Liu. Cuando el engaño se destapó, la policía dijo que quien se encontraba detrás de este perfil se trataba de un chico de 20 años del sur de China que formaba parte de una red de criptoestafas.
Desde que Vladimir Putin lanzó la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, en varias plataformas chinas han aparecido varios combatientes del gigante asiático que aseguraban estar en el frente. Detrás de algunos de estos perfiles, que se alimentaban de una fiebre nacionalista china que apoyaba incondicionalmente a Putin en los primeros meses de la guerra, estaban estafas como la de las criptomonedas. Otros supuestos mercenarios parecían más reales, pero nunca sus historias se han verificado. Los medios de comunicación estatales chinos no han reportado ninguna noticia al respecto, a diferencia de la prensa de otros países asiáticos como India o Nepal, que han informado de numerosos mercenarios que han estado apoyando al ejército ruso.
Esta semana, en medio de todo el caos global provocado por la guerra arancelaria de Donald Trump, el caso de los mercenarios chinos en Ucrania ha acaparado también el foco mediático después que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, soltara por sorpresa que las fuerzas de su país habían capturado a dos ciudadanos chinos que luchaban con las tropas rusas en Donetsk.
Más adelante, Zelenski precisó que tenía los nombres y pasaportes de más de 150 mercenarios chinos que Moscú reclutó a través de redes sociales. El líder ucraniano puso en duda, aunque sin acusar directamente, que esto hubiera ocurrido al margen del régimen de China, que ha mantenido una relación muy estrecha con Putin todos estos años.
¿Realmente Pekin habría dado luz verde para que mercenarios de su país lucharan al lado de los rusos?
En un primer momento, uno de los habituales voceros del Gobierno chino ha dicho que las palabras de Zelenski eran «infundadas», pero que Pekín trataría de verificar la información. Un día después, cuando el asunto se calentó con portavoces de Washington recordando la alianza entre Putin y el presidente chino Xi Jinping, desde la superpotencia asiática han endurecido el tono y advirtieron a Zelenski de que no hiciera «comentarios irresponsables».
La discusión sobre los mercenarios ha llegado incluso hasta una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, donde el representante chino, Geng Shuang, ha defendido que la posición de su país respecto a Ucrania siempre ha sido tratar de impulsar conversaciones de paz. Aunque desde Washington, donde tampoco disimulan su marcado acercamiento a Moscú para mediar en las negociaciones de alto el fuego, no ven nada claro ese supuesto papel de mediador que venden desde su gran rival.
«China es un importante facilitador de Rusia en la guerra en Ucrania», ha dicho la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, citando el suministro por parte de Pekín de lo que Washington considera artículos de doble uso que Moscú necesita para sostener su ataque. Esta misma semana, el jefe del Comando Indopacífico de Estados Unidos, el almirante Samuel Paparo, comparecía en el Senado para afirmar que China había proporcionado el 70% de las herramientas y el 90% de los chips que Rusia está utilizando para «reconstruir su maquinaria de guerra». A cambio, sostenía Paparo, Pekín estaría recibiendo ayuda tecnológica rusa para usos militares, como hacer que sus submarinos se muevan más silenciosamente.
La actual fotografía del nuevo orden multipolar es la siguiente: Putin (72 años) y Xi (71 años) reiteran que mantienen intacto lo que ellos mismos han bautizado como una «asociación estratégica sin límites», mientras que el ruso y Trump (78 años) continúan estrechando lazos y con sus equipos negociando durante el fin de semana sobre el futuro Ucrania al margen de otros actores relevantes como es la propia Kiev o la Unión Europea. Otro nuevo acercamiento que coincide con el intercambio de golpes arancelarios entre Washington y Pekín, cuyo ascenso amenaza cada vez más la hegemonía de EEUU, que tiene un presidente empeñado en romper todo el orden internacional basado en reglas que nació al final de la Segunda Guerra Mundial.
En este juego a tres bandas, lo único que parece claro es que Pekín y Moscú reman en la misma dirección autoritaria, eso sí, con el Kremlin como un socio comercial menor en una relación muy desigual. Putin depende mucho más de Xi que a la inversa, y eso es a lo que se agarran algunos analistas de los think tank estadounidenses para asegurar que una de las estrategias de Trump es distanciar al ruso del chino.
En una entrevista realizada poco antes de las elecciones estadounidenses de noviembre, Trump argumentó que Estados Unidos, bajo el liderazgo de Joe Biden, era el responsable del impulso de las relaciones entre China y Rusia. «Separar a las dos potencias nucleares sería una prioridad de su Administración. Voy a tener que separarlas, y creo que puedo hacerlo», declaró Trump. Hace un mes, después de su llamada con Putin, el presidente estadounidense recordó lo mismo en otra entrevista en Fox News. «Como estudiante de Historia que soy, lo primero que aprendes es que no quieres que Rusia y China se unan nunca», dijo en una referencia a una estrategia que siguió el ex presidente Richard Nixon de acercarse a China como contrapeso a la Unión Soviética.
Pero la opinión dominante entre los analistas internacionales es que, en un contexto tan diferente al de la Guerra Fría, es totalmente improbable que Trump pueda romper la estrecha relación entre rusos y chinos. Incluso si intentara abrir una brecha entre los dos vecinos por la larga frontera terrestre que comparten y donde saltan de vez en cuando alguna disputa. Putin y Xi tienen en común varios objetivos estratégicos demasiado importantes, empezando por doblegar precisamente el dominio de EEUU en el patio global.
Desde la invasión de Ucrania, Moscú y Pekín han estrechado su asociación y el apoyo económico del Gobierno chino ha sido la gran baza del Kremlin para sortear la sacudida de las sanciones occidentales. En 2024, el comercio bilateral alcanzó un récord de 237.000 millones de dólares, y Rusia ahora depende en gran medida de China como comprador clave de petróleo y gas.
Los líderes europeos han pedido muchas veces a Xi Jinping que utilice su influencia sobre Putin y que presione a su socio ruso para detener el ataque. El país asiático, al menos de cara a la galería exterior, ha insistido en mantener una posición neutral. En cambio, en el patio mediático interno los canales de propaganda estatales llevan años compartiendo toda la narrativa del Kremlin.
El esfuerzo más significativo que ha hecho Pekín (que se sigue refiriendo en los discursos oficiales a la invasión como la «crisis de Ucrania») cuando trató de presentarse como mediador fue la publicación de un documento con 12 puntos que, más que una propuesta sólida para resolver el conflicto, recogía la postura oficial china sobre el respeto a la soberanía de Ucrania y un llamamiento a un alto al fuego, a la vez que consideraba legítimas las preocupaciones de seguridad de Rusia sobre la expansión de la OTAN hacia Europa del Este.
En los más de tres años de guerra, Xi Jinping tan solo llamó una vez a Zelenski, mientras que, con Putin, además de numerosas charlas telefónicas —la última en febrero, justo en el aniversario de la contienda— el ruso ha visitado dos veces Pekín. Ambos exhiben continuamente muestras de unidad. Los portavoces del Kremlin han insinuado que el líder chino podría acudir en mayo a Moscú, lo que sería su segundo viaje en los años a la capital rusa.
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