La agitación para reinstaurar la Monarquía sacude Nepal, sumido en una crisis institucional crónica

<p>Mientras asistimos a un zarandeo impredecible del tablero geopolítico global, en el techo del mundo se viven tiempos de particular zozobra política y no resulta fácil predecir en qué van a derivar. Y es que en <strong>Nepal</strong>, la nación del Himalaya que presume de albergar el pico más alto de la Tierra, se ha recrudecido la tensión entre partidarios de la <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/2025/03/09/67cd739efc6c83b1328b456e.html» target=»_blank»>restauración de la Monarquía</a> y defensores del sistema actual, con incesantes manifestaciones en Katmandú y en otras ciudades, y sobre todo con un creciente <strong>desencanto de la población hacia los partidos políticos en general</strong>. Esto último, en buena medida como consecuencia de una inestabilidad institucional que parece crónica, con 14 gobiernos desde el derrocamiento del último rey del país, <strong>Gyanendra Sha</strong>, en 2008, sin que ninguno haya podido alcanzar siquiera los dos años de mandato.</p>

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 El movimiento a favor de la recuperación del Trono en la nación del Himalaya desafía a la República  

Mientras asistimos a un zarandeo impredecible del tablero geopolítico global, en el techo del mundo se viven tiempos de particular zozobra política y no resulta fácil predecir en qué van a derivar. Y es que en Nepal, la nación del Himalaya que presume de albergar el pico más alto de la Tierra, se ha recrudecido la tensión entre partidarios de la restauración de la Monarquía y defensores del sistema actual, con incesantes manifestaciones en Katmandú y en otras ciudades, y sobre todo con un creciente desencanto de la población hacia los partidos políticos en general. Esto último, en buena medida como consecuencia de una inestabilidad institucional que parece crónica, con 14 gobiernos desde el derrocamiento del último rey del país, Gyanendra Sha, en 2008, sin que ninguno haya podido alcanzar siquiera los dos años de mandato.

El grado de máxima tensión se produjo el último viernes de marzo cuando una multitudinaria manifestación en un suburbio de Katmandú, organizada por colectivos que reivindican el restablecimiento del Reino hindú, derivó en graves enfrentamientos entre agitadores y efectivos policiales, así como en numerosos disturbios, que causaron decenas de heridos y, sobre todo, la muerte de dos personas, incluido un cámara de televisión que perdió la vida al ser incendiado el edificio desde el que grababa los acontecimientos.

Una manifestante, junto a un cartel con la imagen del rey Gyanendra.
Una manifestante, junto a un cartel con la imagen del rey Gyanendra.Afp

Más de un centenar de manifestantes realistas fueron detenidos, entre ellos algunos de los cabecillas del movimiento que aboga por recuperar el Trono. Y los principales partidos acusan directamente al ex rey Gyanendra de ser el instigador de lo que definen como un golpe en marcha contra la democracia y una campaña para desestabilizar a la nación por medios violentos. Varios representantes políticos exigen la detención del antiguo monarca, algo que de producirse, ya lo han advertido sus seguidores, podría terminar de incendiarlo todo. De momento, el Gobierno sí ha tomado algunas represalias contra el jefe de la dinastía Shah, como la de reducirle a la mínima expresión la seguridad estatal de la que gozaba como ex jefe de Estado, a la vez que la portavoz del Ejecutivo insistía el pasado fin de semana que habrá «serias consecuencias» si el ex rey sigue violando el acuerdo alcanzado en su día entre las principales fuerzas para defender la Constitución.

La agitación no cesa en Nepal, antes al contrario. Y esta misma semana el Partido Rastriya Prajatantra (RPP, por sus siglas en inglés) -la cuarta formación por escaños del Parlamento, que aboga por la restauración de la Monarquía-, volvía a convocar otra gran manifestación en Katmandú, en este caso para exigir la excarcelación de todos los detenidos. Un impresionante despliegue policial trató de que la marcha no desbordara la zona que había sido autorizada, si bien en este caso la manifestación discurrió de modo pacífico. El primer ministro nepalí, KP Sharma Oli, acusó a la dirigencia del RPP de intentar «destruir la Carta Magna». Por su parte, el presidente de esta fuerza opositora, Rajendra Lingden, reiteró sus andanadas contra el sistema republicano por «fomentar la corrupción«, una de las grandes lacras del país.

La situación política en el que fuera último Reino hindú del mundo tiene paradojas como la de que uno de los máximos agitadores del movimiento monárquico sea el conocido empresario Durga Prasai, un antiguo cabecilla de la guerrilla maoísta -la misma que luchó desde los años 90 contra la Monarquía hasta su derrocamiento en 2008, en una auténtica guerra civil que desangró a la nación y causó miles de muertos- que hoy sin embargo lidera el movimiento de masas para reinstaurar al rey como cabeza constitucional y devolver a Gyanendra al Palacio Narayanhiti. La policía busca a Prasai desde los disturbios violentos antes mencionados, hasta ahora sin éxito. Se cree que podría haber huido y que a esta hora habría encontrado refugio en la vecina India.

La pujanza que ha ido cobrando el movimiento promonárquico es precisamente motivo de un enfrentamiento soterrado en la actualidad entre el Gobierno federal nepalí y las autoridades de Nueva Delhi. Porque la clase dirigente nepalí teme que India está involucrada de algún modo en los intentos por reinstaurar la Corona y el Estado hindú. Gyanendra tiene muy buena relación con figuras del partido del nacionalista hindú Narendra Modi. Y en Nueva Delhi siempre se sospecha que desde la proclamación de la República en su pequeño vecino se ha escorado hacia la influencia china. Nepal, hoy como ayer, es una codiciada pieza a controlar por parte de las dos grandes potencias de Asia.

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