<p class=»ue-c-article__paragraph»>En los últimos días, el Gobierno de <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/giorgia-meloni.html»><strong>Giorgia Meloni</strong></a> ha empezado a aplicar la reforma del acceso a la ciudadanía por parte de los descendientes de emigrantes italianos, limitándola sólo a aquellas personas con <strong>madres, padres, abuelas y abuelos nacidos en Italia</strong>.</p>
Solo podrán aplicar a la ciudadanía los descendientes de madres, padres, abuelas y abuelos nacidos en Italia
En los últimos días, el Gobierno de Giorgia Meloni ha empezado a aplicar la reforma del acceso a la ciudadanía por parte de los descendientes de emigrantes italianos, limitándola sólo a aquellas personas con madres, padres, abuelas y abuelos nacidos en Italia.
Es una visión más restrictiva de la normativa que, hasta ahora, permitía obtener el pasaporte del país aportando documentación vinculada a antepasados de incluso cuatro generaciones anteriores. El principio jurídico que se aplica en los principales países del mundo es el del ius sanguini, donde una persona es ciudadana de su país porque es descendiente de un individuo de ese mismo país.
Después de que el Ejecutivo italiano aprobase la nueva norma la semana pasada, el ministro de Exteriores, Antonio Tajani, declaró que la reforma es de «gran importancia» porque «apunta a reforzar el vínculo entre quien quiere ser italiano e Italia«. El responsable de la diplomacia del país aseguró que «ser ciudadano italiano es una cosa seria», y que, por tanto, la «concesión de la ciudadanía también es algo serio» en un contexto, según Tajani, en el que, en los últimos año, ha habido «abusos» que «iban más allá de un verdadero interés acerca de nuestro país».
Los «abusos» en cuestión, según lo reflejado también en la prensa italiana, se deban al interés predominante entre muchos de los solicitantes de la ciudadanía de obtener el pasaporte italiano, con el fin de circular libremente dentro de la Unión Europea y para viajar sin visado a los Estados Unidos. Entre 2014 y 2024, el número de nuevos italianos aumentó de 4,6 a 6,4 millones, lo que representa un 140% más, equivalente a 180.000 personas al año y, por tanto, casi dos millones de nuevos pasaportes italianos en una década.
Los principales interesados, históricamente, han sido los descendientes de los italianos emigrados a América Latina. Uno de los casos más sonados ha sido el del futbolista argentino Lionel Messi, quien obtuvo la ciudadanía italiana por tener un tatarabuelo nacido en la región de Las Marcas. La paradoja en relación a la actual reforma de Giorgia Meloni tiene que ver con el actual presidente de Argentina, Javier Milei, que el pasado diciembre, durante una visita oficial a Roma, obtuvo el visto bueno para su nueva ciudadanía italiana -por la vía exprés- tras la comprobación del origen calabrés de su abuelo Francesco Milei.
La cuestión de fondo, desde un punto de vista jurídico y teórico, es que el concepto de ciudadanía está vinculado al de pueblo y Estado. Raffaele Bifulco, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad LUISS de Roma, explica a EL MUNDO que «la ciudadanía es la institución jurídica que representa el punto de partida a través del cual se forma el concepto de pueblo», donde es el Derecho el que establece «quién es ciudadano» y, por tanto, «quién pertenece al pueblo», que elige a un Gobierno.
El gabinete de Meloni -aunque el anuncio público de la norma ha quedado en manos del ministro de Exteriores- reduce, así pues, las posibilidades de pertenencia al pueblo italiano. «La reforma es restrictiva», aclara el profesor de Derecho Constitucional, quien asegura que es, a la vez, «una corrección a corto y medio plazo» de «la excesiva facilidad de obtener la ciudadanía italiana» y «un cambio importante, en perspectiva histórica» para reforzar la idea de «pueblo» frente a aquellos que no mantienen una relación efectiva con Italia.
Podría haber una lectura interna, por parte del Gobierno de Meloni. de la restricción del acceso a la obtención del pasaporte italiano por parte de los descendientes de emigrantes. Ampliar numéricamente la ciudadanía italiana tendría consecuencias sustanciales en el peso del voto exterior, que en Italia tiene una circunscripción específica y separada en el Parlamento transalpino. En un contexto en el que Meloni apunta a la reforma de la Constitución Italiana para permitir la elección directa de los primeros ministros -una reforma de difícil aprobación en la actual legislatura-, «el voto de los italianos en el extranjero tendría un peso muy importante», confirma el constitucionalista Raffaele Bifulco.
La palabra clave de la reforma es «vínculo», como el lazo que une una persona a un país. El profesor de Derecho Constitucional aclara que el «verdadero pueblo», en la nueva reforma, «se entiende como el que está sometido a los deberes, pero, sobre todo, el que ejerce los derechos», por ejemplo, votando incluso a miles de kilómetros de distancia de Italia. Bifulco recuerda que el Artículo 1 de la Carta Magna del país establece que la «soberanía pertenece al pueblo, que la ejerce» a través de los derechos que, si no se disfrutan, explica el constitucionalista, «son sólo un sentimiento y no una ciudadanía».
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