Duro golpe político para Milei: el kirchnerismo y Macri se alían para rechazar sus candidatos a la Corte Suprema

<p>El creciente distanciamiento y desconfianza entre el presidente argentino, <a href=»https://www.elmundo.es/internacional/javier-milei.html»>Javier Milei</a>, y uno de sus antecesores, <a href=»https://www.elmundo.es/e/ma/mauricio-macri.html»>Mauricio Macri</a>, quedó en evidencia con un movimiento político impensable hasta hace poco: la alianza de facto en el Senado entre el kirchnerismo y el macrismo para rechazar a los dos candidatos del jefe de Estado a integrar la <strong>Corte Suprema de Justicia</strong>.</p>

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 El creciente distanciamiento y desconfianza entre el presidente argentino, Javier Milei, y uno de sus antece  

El creciente distanciamiento y desconfianza entre el presidente argentino, Javier Milei, y uno de sus antecesores, Mauricio Macri, quedó en evidencia con un movimiento político impensable hasta hace poco: la alianza de facto en el Senado entre el kirchnerismo y el macrismo para rechazar a los dos candidatos del jefe de Estado a integrar la Corte Suprema de Justicia.

«Una derrota inapelable y con serias consecuencias», destacó el analista Claudio Jacquelin en La Nación. El Gobierno emitió un comunicado, ya entrada la noche del jueves, en el que «repudia» la decisión del Senado. Milei siguió la votación desde Estados Unidos, donde fue a recibir un premio en la Gala de los Patriotas Americanos, a la que asistió también el presidente Donald Trump.

Ariel Lijo, un muy cuestionado juez federal, y el académico Manuel García Mansilla fueron rechazados por más de dos tercios de los votos en la Cámara Alta, en una votación que unió no solo al kirchnerismo y al macrismo, sino a la socialdemócrata Unión Cívica Radical (UCR), una confluencia con escasos antecedentes.

El Gobierno de Milei presentó al Senado los pliegos de Lijo y García Mansilla 352 días atrás, pero el proceso en la Cámara Alta se fue dilatando en medio de presiones del Gobierno, el contundente rechazo de las asociaciones de jueces y abogados a Lijo, un juez sumamente cuestionado, y la falta de decisión de muchos senadores permeables a los poderes del juez nominado, según señaló en múltiples ocasiones la prensa local.

Otro factor decisivo fue que a finales de febrero, cuando faltaban sólo cuatro días para el inicio de las sesiones ordinarias del Parlamento, Milei decidiera designar, mediante un decreto, a Lijo y García Mansilla como jueces del máximo tribunal.

«[La decisión] más que al límite de una interpretación ya de por sí forzada de la Constitución Nacional, fue el precipitador o la gran justificación para que se rechazaran los pliegos, aún cuando la trayectoria de los dos postulados ofrecía notables diferencias», destacó Jacquelin.

Y hubo otro factor que contribuyó al desenlace negativo para el Gobierno: el criptogate con el meme coin $LIBRA, que estalló el 14 de febrero, minó la autoridad, el poder y el apoyo público de Milei y envalentonó a varios senadores que buscaban castigarlo.

A su vez, otro movimiento político de importancia se aceleró en las últimas semanas, la ruptura de Macri con el Gobierno. Pese a que el ex presidente dice confiar en las buenas intenciones y el rumbo económico de Milei, hizo explícitas sus críticas a lo que considera un desprecio a la institucionalidad por parte del jefe de Estado.

Macri cruzó además una línea roja, que fue criticar en público a Karina Milei, la hermana del jefe de Estado y secretaria general de la Presidencia, a la que acusó de obstaculizar acuerdos políticos entre el Gobierno y su partido, al que entiende que busca hacer desaparecer. Milei, que siempre cita a su hermana como «la jefa», no se pronunció aún sobre las palabras de Macri.

Para complicar aún más el asunto, García Mansilla es, pese al rechazo del Senado, miembro de la Corte, un cuerpo de cinco miembros que hoy cuenta con cuatro. La Corte le tomó juramento a fines de febrero, acatando el decreto de Milei que lo designaba «en comisión» hasta finales de noviembre, cuando termine el período de sesiones ordinarias del Parlamento y a la espera de su confirmación por el Senado.

El embrollo, sin precedentes, es notable: las voces para que García Mansilla deje el puesto son intensas, pero el juez parece decidido a tomarse un tiempo y pensar qué hacer.

Lijo, en cambio, está definitivamente fuera, porque nunca aceptó la petición de la Corte de que renunciara a su juzgado federal y sólo aceptó tomarse una licencia. Eso le impidió jurar como miembro del alto tribunal. Ahora regresará al juzgado federal desde el que ejerce un notable poder e influencia sobre los poderosos de Argentina, aunque no le alcanzara para cumplir su sueño de ser miembro de la Corte Suprema.

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