<p>Hay películas que riman y en su sonoridad en pareado anuncian, por qué no, revoluciones por venir. <i><strong>A nuestros amigos</strong></i><strong>, de Adrián Orr, comparte con </strong><i><strong>La mala familia</strong></i><strong>, de Nacho A. Villar y Luis Rojo, la actitud, la verdad, el rigor y la certeza de algo nuevo. </strong>La segunda de ellas fue estrenada hace tres años, en 2022, y ahora mismo es uno de esos secretos que gusta compartir. Como el que divulga la solución para todos los males incluido el de, en efecto, la familia. Aquella era (y es) una película que contaba la historia de Andresito (¿dónde estará ahora?) y sus amigos. Todos, o casi, inmigrantes (sea de forma real o sobrevenida) en una España que les es tan propia, tan cercana e indistinguible de lo que son y de lo que quieren ser, como enconadamente hostil. <i>A nuestros amigos</i> es otra cosa. La nueva propuesta de Orr (antes director de una maravilla que atendía al nombre de <i>Niñato</i>) cuenta cómo unos colegas de barrio, que empiezan como adolescentes y acaban como algo mucho peor (es decir, adultos), crecen. Y lo hacen juntos. Y lo hacen apoyándose y doliéndose unos en los otros. Digamos que las dos películas comparten un aire de familia en lo que tiene de ceremonia y celebración de lo común, de lo de todos, de lo justo.</p>
Adrián Orr logra un majestuoso ejemplo de cine veraz construido desde la voz más íntima y sincera de sus protagonistas
<p>Hay películas que riman y en su sonoridad en pareado anuncian, por qué no, revoluciones por venir. <i><strong>A nuestros amigos</strong></i><strong>, de Adrián Orr, comparte con </strong><i><strong>La mala familia</strong></i><strong>, de Nacho A. Villar y Luis Rojo, la actitud, la verdad, el rigor y la certeza de algo nuevo. </strong>La segunda de ellas fue estrenada hace tres años, en 2022, y ahora mismo es uno de esos secretos que gusta compartir. Como el que divulga la solución para todos los males incluido el de, en efecto, la familia. Aquella era (y es) una película que contaba la historia de Andresito (¿dónde estará ahora?) y sus amigos. Todos, o casi, inmigrantes (sea de forma real o sobrevenida) en una España que les es tan propia, tan cercana e indistinguible de lo que son y de lo que quieren ser, como enconadamente hostil. <i>A nuestros amigos</i> es otra cosa. La nueva propuesta de Orr (antes director de una maravilla que atendía al nombre de <i>Niñato</i>) cuenta cómo unos colegas de barrio, que empiezan como adolescentes y acaban como algo mucho peor (es decir, adultos), crecen. Y lo hacen juntos. Y lo hacen apoyándose y doliéndose unos en los otros. Digamos que las dos películas comparten un aire de familia en lo que tiene de ceremonia y celebración de lo común, de lo de todos, de lo justo.</p>
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